Xabier Arruza – El Correo 

La segunda edición del congreso Ciudades del Futuro reunirá el miércoles, en el Teatro Campos Elíseos, a un grupo de expertos para analizar los desafíos y oportunidades a los que se enfrentan las grandes urbes. Organizado por EL CORREO, tiene a Bilbao Urban & Cities Design como partner estratégico. Xabier Arruza, experto en modelos urbanos de esta asociación, moderará la mesa redonda ‘La inteligencia transformadora en las ciudades: Tecnologías para el cambio’.

¿Por qué es necesario un foro de estas características?

Esta iniciativa nace de una reflexión que llevábamos tiempo haciendo en nuestro grupo. Considerábamos que teniendo en cuenta el reconocimiento internacional de Bilbao como modelo de transformación urbana, tenía que existir un foro con vocación de permanencia para hablar del futuro de las ciudades.

¿Cuáles son los principales desafíos que afrontan las ciudades para cumplir con los objetivos 9 y 11 de la Agencia Urbana 2030?

Los retos son enormes debido a que vivimos en un mundo cada vez más urbano. Si los problemas se concentran en las ciudades, las soluciones tienen que venir también de las propias ciudades para hacerlas, como dice el Objetivo 11, más sostenibles, saludables e inclusivas. El mantra para conseguirlo es la descarbonización, un objetivo muy ambicioso en el que entran en juego un gran número de medidas como la movilidad, el transporte y la renaturalización, un vector que por fin está entrando con fuerza en las agendas. Sin olvidar la importancia de la eficiencia energética tanto en el transporte como en los edificios, que son grandes consumidores de energía. Las ciudades deben ir hacia un modelo de economía circular y afrontar problemas que afectan a la salud como la contaminación del aire, el exceso de ruido…

¿Cómo se encuentran las ciudades vascas en este sentido?

Cada ciudad es distinta. En Euskadi se han logrado avances, pero es verdad que todavía estamos lejos del objetivo que ha marcado Europa para que en 2050 se alcance la neutralidad en carbono. Bilbao, por ejemplo, sí ha hecho mucho en esa transformación urbana hasta lograr una ciudad más amable. Se han conseguido avances en la movilidad, pero queda camino por recorrer. Yo creo que la renaturalización es el gran desafío para Bilbao, porque los espacios verdes son escasos. Otro reto es la edificación, aunque es verdad que este año se ha impulsado notablemente la rehabilitación de edificios de viviendas gracias a las ayudas de los fondos Next Generation.

Esa recuperación de espacios para la naturaleza es vital en un contexto de aumento de las temperaturas.

Eso es. Cuando se plantea cualquier urbanización lo primero que se hace es asfaltar un terreno natural. La naturaleza realiza su función muy bien, absorbe el agua, los árboles dan sombra, mitigan el calor y, sin embargo, nosotros hacemos justo todo lo contrario. La renaturalización consiste en devolver ese espacio a los ecosistemas naturales adaptados al mundo urbano.

La entrada en vigor de las zonas de bajas emisiones en las ciudades va a suponer un cambio de paradigma en la movilidad.

Las administraciones públicas tienen que desincentivar de alguna manera el uso del vehículo privado, aunque son medidas impopulares. De hecho, creo que son ocho las ciudades que, como obligaba la norma, habían establecido esas zonas el 1 de enero. Reconociendo que supone un avance desde el punto de vista de la concienciación, a nosotros no nos parece suficiente porque en el centro se limita solo la entrada de aquellos coches más contaminantes. El objetivo debe ser la limitación total, excepto para los servicios públicos, de emergencia y para personas con movilidad reducida, así como apostando por modelos más centralizados de reparto de mercancías. Todo ello unido a una buena red de transporte público, como la que tiene Bilbao, a la puesta en marcha de incentivos que ayuden a que la gente deje el coche en casa y a una buena intermodalidad. A este respecto, la aplicación ‘MovEuskadi’ permite planificar en tiempo real las mejores rutas para viajar por el territorio en transporte público. Sería muy interesante que en esa App se integrara la micromovilidad, es decir, las estaciones de bicis eléctricas y patinetes. Así es como se genera demanda.

El aumento de la esperanza de vida implica que haya más personas mayores disfrutando del espacio público. ¿Cómo estamos en materia de accesibilidad?

Si tomamos como ejemplo Bilbao, se ha avanzado mucho y muy bien. Las instituciones han invertido para mejorar la conexión con los barrios altos mediante escaleras mecánicas y ascensores. Son infraestructuras que llaman la atención a las delegaciones internacionales que nos visitan. Evidentemente, las ciudades hay que adaptarlas a una población cada vez más envejecida. El urbanista Gil Peñalosa se hizo famoso con su concepto de ciudad 8-80 (años): una ciudad que es buena para un niño y un anciano, es buena para todos.

El centro de las ciudades acoge la mayor parte de los eventos. ¿Deberían repartirse por los barrios en aras de una mayor integración urbana?

Yo diría que afecta incluso al área metropolitana. Bilbao ha sido el icono de la transformación y es un polo de atracción, pero ¿qué pasa con los municipios más cercanos? Bilbao tiene una red de centros cívicos y ha ido creando sus oficinas municipales, pero sí es verdad que un adecuado reparto de las actividades culturales, deportivas y sociales ayuda a cohesionar los barrios.

Las cifras del turismo este verano en Euskadi han sido espectaculares. ¿Cómo se puede evitar la gentrificación y el monocultivo de franquicias?

En Bilbao Urban & Cities Design tenemos el turismo integrado en nuestras reflexiones. Evidentemente se trata de una actividad buena para la economía. Lo que hay que vigilar es que sea sostenible para que respete la identidad propia del lugar, genere beneficio para la población local… En este sentido, se debe estudiar el impacto de los cruceros y el problema del alquiler de viviendas, porque tenemos casos ya conocidos y que vienen de lejos como Barcelona y Donosti, que está ya viéndole las orejas al lobo. A esto habría que añadir el uso del espacio urbano. Los espacios públicos tienen que ser espacios de encuentro que no se vean obstaculizados por un exceso de terrazas, como ha sucedido en algunas calles de Bilbao. Hay que pensar bien en el modelo de turismo que queremos y actuar en consecuencia.

¿La pandemia ha obligado a repensar la ciudad que queremos?

Sí. Aunque esté mal decirlo y casi se nos haya olvidado, ha traído cosas buenas. Cuando solo podíamos salir un par de horas al día nos dimos cuenta de que hay poco espacio en las calles y las áreas verdes escasean. Creo que los ayuntamientos también tomaron nota. En definitiva, ha ayudado a acelerar ese pensamiento que aspira a crear una ciudad a una escala más humana, en la que sobran coches y no hay tanto ruido ni contaminación. También es cierto que generó un debate sobre la idoneidad de las ciudades densas frente a la huida al campo. Nosotros defendemos la densificación porque una ciudad de proximidad, en la que me pueda mover fácilmente andando y tenga de todo, es más sostenible que un municipio expandido, donde hay mucho espacio pero es menos eficiente en cuanto a movilidad, energía, infraestructuras de agua…

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